domingo, 11 de julio de 2010

ARTICULO EDUCATIVO 1

No reprobar: ¿Garantía de calidad?

Aprobar o reprobar a los alumnos de educación básica ha sido parte de una polémica sobre la que se ha sostenido el sistema educativo mexicano cuando mide el rendimiento académico a partir de una calificación numérica que determina quien puede o no ser promovido al siguiente grado escolar, sin embargo, esta práctica parece a simple vista estar a punto de cambiar si tomamos en cuenta el anuncio de la Subsecretaría de Educación Básica de la Secretaría de Educación Pública (SEP) de la puesta en marcha de un nuevo sistema de evaluación a partir del cual el próximo ciclo escolar entrarán en operación en el país cinco mil escuelas experimentales que dejarán de lado la asignación de números como calificación al desempeño académico en primaria y secundaria, lo que buscará extenderse a todos los niveles educativos.

Se dice que se establecerán criterios mínimos desconocidos hasta el momento- tanto por asignatura como por grado escolar para determinar la promoción de los niños al siguiente nivel, como uno de los acuerdos de la Alianza para la Calidad de la Educación suscrita por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y la SEP, con lo cual se retoma el tan debatido tema de la no reprobación como una estrategia para el mejoramiento de la deserción y el rezago educativo.

En años recientes los resultados nacionales de aprendizaje han indicado que la repetición en México no ayuda a elevar los niveles de aprendizaje, por el contrario, los niños se rezagan más conforme repiten grados, por lo cual una medida como la anunciada debería, primero, asegurar que todos los estudiantes mexicanos terminarán la educación básica en la edad normativa; y segundo, evitar los efectos negativos a nivel personal y social de la reprobación.

¿Estamos preparados en México para asumir el criterio de no reprobación en todas las escuelas? Tal acción no es nueva si recordamos que en nuestro país desde finales de los años sesenta se tomaron medidas para reducir la reprobación lo cual ha llevado a una disminución en los porcentajes actuales. Es a finales de esa década cuando se toma la decisión de no reprobar más del diez por ciento, sin que hubiera una estrategia bien diseñada para apoyar a los niños rezagados. Durante el sexenio de Luis Echeverría se recomendó considerar el cambio de la noción pedagógica de reprobación/aprobación por el concepto de promoción, cuya idea original derivó de los beneficios sociopedagógicos logrados con su puesta en marcha en la educación sueca.

En esa época los datos oficiales indicaban que el 25 por ciento de alumnos en primaria eran reprobados, quienes en los últimos años de acuerdo con datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) representan alrededor del cinco por ciento en primaria; mientras que en secundaria significan un nueve por ciento si se toma en cuenta a quienes se regularizan en verano, pero se desconoce la referencia de los sesenta.

En el juego de la reprobación cabe preguntarse quién falló: el alumno, el maestro, la escuela, la familia, la política educativa o todos a la vez, ya que este asunto se relaciona con un serio problema de equidad y de eficacia de un sistema educativo que no es capaz de brindar las condiciones suficientes a todos los educandos para su logro académico y no apunta hacia el aseguramiento de la calidad.

COMENTARIO PERSONAL

Es de advertirse que si la medida del actual gobierno no va acompañada de una política integral que realice diagnósticos cotidianos de los avances de los alumnos, apoye a quienes tengan menor rendimiento para elevar su aprendizaje y se capacite a profesores como guías de un proceso de mejoramiento escolar, es probable que tan sólo se busque mejorar las estadísticas educativas nacionales en un vago intento por acercarse a los países con los más altos resultados de aprovechamiento escolar que ya han puesto en práctica tal medida.

¿Hasta qué punto están preparadas las escuelas mexicanas para tener un acompañamiento adecuado de los niños?, ¿Qué tipo de pactos académicos, sociales y en el aula se harán para que la escuela sea el mejor espacio para que los niños se desarrollen intelectual y emocionalmente?, ¿Cómo se logrará equilibrar una política de no reprobación con el mejoramiento del aprendizaje de los alumnos? son preguntas que deben responder las autoridades mexicanas antes de alzar las campanas del vuelo sin criterios claros para la sociedad mexicana.

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